martes, 9 de julio de 2013

Exilio insecticida

Pues bien, cruzando el estrecho apartamento en el que no soy más que un extraño en medio de los usuales gritos de infantes risueños y exasperantes, llego al balcón en busca de esa paz en forma de café y humo nicotinado, y casi aplasto con mis pies una mariposa, que, por cuestiones personales, decidió esperar el sucio contacto de mi suela. Tomé su vida de un par de días entre mis dedos de ochenta años, le pregunté cómo quería morir siendo tan joven, y ella, hermosa, cobarde ante mis ojos inquisidores, gritaba con su color a mi impotencia que a la grandeza le era indiferente la longevidad, que ya había llevado al clímax su belleza y sólo quedaba esperar el último tic-tac de su reloj vital de baterías viejas, lo cual no era opción para su vivaz naturaleza...

Era imposible negar la brillantez de mi bello insecto, así como era imposible negar cuán profundo podía calar en la agotada, mísera y resignada vida de un viejo roto hasta el alma como yo. Sumergido en la estupefacción, prendí otro de mis suertudos amigos, saqué una pluma, e intenté comenzar la búsqueda de mi acto de grandeza. Escritor, pintor, revolucionario, músico, actor, amante, marido, persona, bailarín, deportista, escultor, astrónomo, químico, ingeniero, malabarista... Opciones de las proezas que cruzaron unos días que lucen diminutos a la distancia, pero, que no son más que pensamientos, y me hacen llegar a la conclusión de que ni siquiera tuve la grandeza de fracasar porque nada lo intenté (¡Aaaaay,maldita sea!).

Se quema el tiempo y el cigarrillo entre mi dedos, se pierde el papel ante el absoluto vacío, y sólo me prendo del arranque heróico de esa pequeña hermosura. ¿Qué le pasó a este tiempo tan absurdamente largo desde que nací y por qué no tiene nada? La bella tiene más historias en cada pata que yo en todo mi enorme cuerpo oxidado por la humedad de las oficinas. Trescientos sesenta y cinco multiplicado por ochenta, multiplicado por veinticuatro, multiplicado por la desgracia de ser un número enorme que soy yo y que no tiene nada.