rasgan la piel sobre mis sienes;
la mira empañada por la sal del tiempo
no sacia realidades,
pero el encanto es indeleble
ante la perenne hazaña.
Las acciones copulan en el mismo tic-tac,
y los almacenes acanalados de la memoria
absorben la sicalipsis de sus fluidos
con la ceguera inevitable de un axioma...
Desconfío de la desconfianza.