Se escindieron los cánceres en el nocturno deletreo de la sal,
y el volátil perfume del caos abrazó las paredes de los párpados azules...
Pasa el humo, el tren, el sueño...
y las columnas semejan los barrotes
tejidos a crochet con los cabellos caídos
en la vieja penumbra contra tu sexo,
siempre anegado por los efluvios
de este cuerpo de sicalipsis y sollozos...
La ignota caricia del vulturno
rasga el lino de mis manos,
ahora, ellas sollozan el color de su ira...
Un beso fraternal y oxidado
quiebra el dolor y llama a Morfeo,
pío farmaceuta dador de placebos
para los desahuciados por la tristeza...
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